Durante los últimos años la preocupación por el cambio climático ha sido el caballo de batalla de gobiernos, entidades privadas y entes supra gubernamentales, quienes alarmados por sus consecuencias, buscan y ponen en práctica alternativas encaminadas a combatirlas. A través de diversos encuentros como la Cumbre de París (COP21) o la Cumbre de Marruecos (COP 22) - encaminados a buscar medidas tangibles para frenar, en la medida de lo posible, los nocivos efectos del cambio climático- se ha perseguido posicionar en la agenda pública un problema “invisible” que concierne a todos, así como despertar una conciencia social sobre la necesidad de construir entornos más sostenibles.
Esta profunda necesidad de actuar a favor del planeta no sólo le corresponde a instituciones nacionales e internacionales, sino que debemos comprender que el cambio climático no responde solo a los efectos de la industria, sino que está detrás de acciones cotidianas como el uso de los vehículos particulares, uso de aerosoles, abuso de calefacciones y aires acondicionados… Entender que cada uno de nosotros puede aportar su grano de arena a través de acciones como el reciclaje y el uso consciente de vehículos y electrodomésticos, por ejemplo, es fundamental para lograr combatirlo.
Son varios los acuerdos que se han celebrado mundialmente. En líneas anteriores comentábamos algunas, como la celebrada en París, en la que se logró un hito, que 195 países firmaran el primer acuerdo vinculante mundial sobre el clima.
Dicho acuerdo establece un plan de acción mundial que pone el límite del calentamiento global muy por debajo de 2 ºC. Para lograrlo, será imprescindible potenciar el uso de las energías alternativas a las tradicionales, como elemento clave. Sin embargo, a pesar de que las inversiones en energías renovables en el mundo han aumentado y que cada vez son más eficientes y asequibles, hoy en día estas no satisfacen la demanda energética a nivel mundial.
La ciencia consciente de esta situación, ha considerado la necesidad de un almacenamiento más barato de las mismas y sistemas más eficaces para capturar los gases del efecto invernadero. En este sentido, la revista Technology del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) ha publicado una recopilación de los avances científicos más prometedores del 2016 orientados a revertir el cambio climático.
Gasolina con fotosíntesis artificial
Consiste en imitar el método de la naturaleza que permite a las plantas convertir al dióxido de carbono, la luz solar y el agua en combustible.
Científicos de la Universidad de Harvard (EEUU) desarrollaron el pasado verano un combustible líquido a partir de la fotosíntesis artificial denominado hoja biónica capaz de captar y convertir el 10% de la energía de la luz solar, con un rendimiento 10 veces mayor que la fotosíntesis de una planta normal.
Energía solar termofotovoltaica
Científicos del MIT han incorporado a la energía fotovoltaica convencional -empleada por los paneles solares- un componente intermediario hecho de nanotubos de carbono y cristales nanofotónicos que, como si fueran un embudo, capturan la energía de todo el espectro de colores, incluidas las ondas ultravioletas e infrarrojas y las convierten en energía térmica.
Células de perovskita
Se trata de una clase amplia de materiales en los que las moléculas orgánicas hechas en su mayoría de uniones de carbono e hidrógeno con un metal (como el plomo) y un halógeno (como el cloro), forman un cristal tridimensional.
Resultan económicas, ligeras, versátiles y maleables, no generan emisiones en su fabricación, y se está trabajando para que su durabilidad, más alta que la del silicio (empleadas habitualmente para transformar la luz del sol en energía eléctrica, pero con limitaciones) sea aún mayor.
Almacenaje de carbono
Desde 2012, en Islandia funciona el proyecto CarbFix de la empresa Reykjavik Energy, que ha optado por el método de enterrar el dióxido de carbono y convertirlo en piedra. Para lograrlo inyectan el gas junto con agua a grandes profundidades para que al entrar en contacto con las piedras basálticas y volcánicas que abundan en la zona, se solidifiquen. Según un estudio publicado en la revista Science en 2016, el 95% del dióxido de carbono enterrado se había mineralizado en menos de dos años.
Reciclar el CO2 en etanol
El Laboratorio Nacional Oak Ridge que pertenece al Departamento de Energía de EEUU ha desarrollado un catalizador a partir de cobre, carbono y nitrógeno, con una superficie texturizada, que logra convertir una solución de CO2 en etanol, según publicaron en Chemistry Select. Los materiales empleados en este proceso son baratos, y el reciclaje se puede realizar a temperatura ambiente, por lo que puede resultar rentable en una posible puesta en el mercado.
Proyecto “Next Generation” reconocido en los LafargeHolcim Awards como solución a la acumulación de sedimentos en el Delta del Ebro (Tarragona)
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