La sociedad en la que actualmente vivimos está marcada por un consumo inmediato y fugaz, que requiere de grandes infraestructuras y grandes corporaciones que la sustenten. Este modelo no es consciente del impacto que genera en el medio ambiente y los recursos que necesita y no es la primera vez que investigadores y científicos alzan la voz para dar un toque de atención a un problema silencioso que nos atañe a todos.
Desde hace un tiempo la preocupación por el medio ambiente y el discurso sobre la necesidad de generar un modelo económico y social basado en energías alternativas copa las agendas políticas nacionales e internacionales y se ha instalado en el imaginario social. Cada vez más, y con más fuerza, se escuchan las voces expertas que apuntan que vivimos en un modelo con fecha de caducidad e instan a dejar de lado el marco teórico y pasar a la acción.
Sin embargo, esta transición a un nuevo modelo social más comprometido con el medio ambiente, pasa por ir avanzando hacia un modelo energético alternativo que exige compromiso por parte de los entes públicos y privados.
Desde los países desarrollados se están buscando soluciones para paliar las consecuencias ambientales, económicas y sociales del crecimiento del consumo energético y los problemas asociados a su producción y consumo. Para ello, se empiezan a promover acciones destinadas a racionalizar el empleo de la energía en diferentes ámbitos de la sociedad, como es el caso de la construcción.
En este entorno, un grupo de investigadores españoles de la Universidad de Valladolid en colaboración con la Gerencia Regional de Salud de Castilla y León y el Ente Regional de la Energía (EREN), han sido los precursores gracias a un proyecto que han desarrollado capaz de detectar irregularidades en la eficiencia energética de los edificios y proponer soluciones para los mismos, pero ¿cómo funciona exactamente este sistema?
Se trata de un modelo estadístico que mide dos tipos de parámetros relacionados con el consumo energético, unos de carácter constructivo (como los metros cuadrados totales del edificio o la superficie que requiere refrigeración) y otros sobre la actividad del edificio, variables a las que se une la temperatura. Según Ángel Luis Zorita y Oscar Duque, dos de los investigadores que han participado en el trabajo, su proyecto también está capacitado para definir un índice de eficiencia que permite al administrador controlar y supervisar la evolución de las instalaciones y detectar posibles desviaciones.
Por el momento este modelo sólo ha sido probado en catorce hospitales públicos de Castilla Y León, aunque la idea de los promotores es llevarlo a cabo en todo tipo de construcciones, ya que afirman que se trata de metodología genérica útil para cualquier tipo de edificación y que además es capaz de dotar a arquitectos y promotores de información objetiva acerca del consumo de energía de sus edificios. El proyecto permanece abierto a día de hoy y ha sido complementado con una aplicación en la que se monitorizan los mismos parámetros pero en tiempo real.
La búsqueda de alternativas a un modelo de consumo que contribuye a una disminución de la calidad de vida, hace necesaria la inversión en i+D y en proyectos que disminuyan nuestro impacto ambiental. En este sentido, desde LafargeHolcim son conscientes tanto de los retos del sector en el que operan como de la sociedad en su conjunto, por lo que gran parte de su esfuerzo e inversión está destinada a desarrollar productos innovadores y soluciones integradas orientadas a disminuir, en la medida de los posible, su impacto en el medio, así como ayudar a otros a minimizar el suyo. Entre los productos que desde LafargeHolcim se ha comenzado a comercializar se encuentra Depolluting, un nuevo material de construcción desarrollado por la compañía que elimina la contaminación del tráfico hasta en un 60% a través de su tecnología, -que se aplica a sus morteros y hormigones- y neutraliza los gases nocivos que emiten los vehículos por el simple contacto del aire con la superficie tratada.
Proyecto “Next Generation” reconocido en los LafargeHolcim Awards como solución a la acumulación de sedimentos en el Delta del Ebro (Tarragona)
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