La falta de agua en España alcanza los índices más elevados de los últimos años y vamos camino de lograr la mayor sequía registrada de la historia. Prueba de ello lo encontramos en los embalses, la gran mayoría de ellos se encuentra actualmente por debajo del 50% de su capacidad y, por desgracia, no parece que la situación vaya a mejorar. Pero, si estos datos por si solos no son lo suficientemente alarmantes, cabe destacar que los ríos de la península han perdido cerca del 20% de su caudal a lo largo de los últimos 25 años.
Esta pérdida progresiva de agua, reflejada en la falta de lluvia y al cada vez menor caudal de los ríos, debería servir para que, tanto los organismos públicos y privados como la sociedad en
su conjunto, tomaran conciencia de una situación que puede volverse aún más crítica de no tomar medidas que incidan en el consumo responsable a todos los niveles.
El acceso al agua dulce determina, en gran medida, el tipo de clima de una región -sin olvidarnos de la latitud y la altitud-, el tipo de asentamientos y, en definitiva, las características de esa zona; el agua es esencial para el ciclo de la vida y por desgracia, su ausencia nos hace ver hoy antiguas estructuras sumergidas en embalses e incluso algunas localidades, se han visto obligadas a restringir su uso dada la crítica situación de los embalses de suministro de la zona.
A este ritmo, teniendo en cuenta los pocos litros de lluvia registrados a lo largo de los últimos años y en vista de que esta situación no mejora, España podría convertirse en uno de los países más secos del mundo, por ello es importante que todos los agentes que forman la sociedad tomen conciencia y se procuren modelos socioeconómicos más respetuosos con el medio ambiente y favorezcan la gestión correcta del agua.
No hay que olvidar que muchas áreas de las 150 en las que se dividen las ocho confederaciones hidrográficas nacionales, estaban en situación de “emergencia” por la escasez de agua a finales de junio, según los indicadores de Planes de Sequía.
Con el objetivo de lograr una buena gestión del agua, se plantea como otra posibilidad, una revisión del estado actual de las presas ya que, en algunos casos, han superado ya el primer centenario de vida. Este diagnóstico serviría para determinar el estado de estas emblemáticas obras de ingeniería para así garantizar el correcto funcionamiento de cada uno de los elementos que las componen.
Estas medidas, sumadas a un plan de gestión y reutilización de agua, que aplique las nuevas tecnologías para reducir la pérdida de energía y favorezca la utilización de sistemas de riego inteligente en invernaderos y campos o la instalación de infraestructuras para la captación y utilización del agua de lluvia, redundarían en un mejor aprovechamiento del agua.
En LafargeHolcim somos conscientes de la importancia de una buena gestión del agua y, por ello, hemos desarrollado una hoja de ruta que, entre otros aspectos, busca disminuir el impacto de nuestra actividad en su consumo. Esa hoja de ruta, que marca unos objetivos de cara a 2030, contempla la reducción del consumo de agua dulce para la producción de cemento en un 30%. Asimismo, optimizamos el consumo de agua mediante circuitos cerrados de reutilización y reciclaje de aguas industriales en nuestras operaciones, en tanto que utilizamos el agua de lluvia y residuales depuradas para minimizar la demanda de procesos de refrigeración de instalaciones y acondicionamiento de gases.
Proyecto “Next Generation” reconocido en los LafargeHolcim Awards como solución a la acumulación de sedimentos en el Delta del Ebro (Tarragona)
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