El agua es un elemento esencial para el desarrollo sostenible. Los recursos y servicios que presta juegan un papel clave para la sociedad, favoreciendo el bienestar de la población y creando un impacto positivo en la vida de las personas. ¿Cómo se consigue esto? Esto se consigue gracias a que el agua incide en cuestiones que afectan a la seguridad alimentaria y energética, a la salud humana y al medio ambiente, al crecimiento económico e incluso a la sostenibilidad ambiental.
En la actualidad, más de 663 millones de personas viven sin un suministro de agua potable cerca de sus casas y otros 1.800 millones usan una fuente de agua contaminada por material fecal, lo que les expone a contraer enfermedades como el cólera, el tifus o la polio. El agua no potable y la falta de higiene causan alrededor de 842.000 muertes al año. Estas cifras pueden resultar abrumadoras, pero son una realidad y un síntoma de un mal que nos ha puesto en jaque, ya que según han revelado varios estudios realizados por las Naciones Unidas, más del 80% de las aguas residuales que generamos vuelve a los ecosistemas sin ser tratada ni reciclada.
Hoy celebramos el Día Mundial del Agua, festividad aprobada por las Naciones Unidas en 1992 y coordinada por UN-Water (mecanismo de colaboración de la ONU para temas relacionados con el agua en el que participen gobiernos y otras entidades) y que establece cada año un tema con un lema determinado, siendo el de 2017: “¿Por qué desperdiciar agua?”.
Este año se centra en el malgasto de agua y tiene como objetivo buscar soluciones para reducir y reutilizar hasta un 80% del agua que se derrocha en los hogares e industrias y que afecta en gran medida al medio ambiente.
En LafargeHolcim la preocupación por llevar a cabo una gestión responsable del agua está presente desde abril de 2016, fecha en la que el grupo lanzó el Plan 2030, una guía práctica de los objetivos a alcanzar en 2030, así como los mecanismos a través de los cuales lograrlos.
Entre los objetivos propuestos en este proyecto, cabe destacar las iniciativas de conservación y mejora de los ecosistemas acuáticos, de forma que se reduzca el consumo excesivo y la huella hídrica. Para ello, todas las fábricas disponen de circuitos cerrados de reutilización y reciclaje de aguas industriales.
Otra meta propuesta a nivel global (y a largo plazo) para el año 2030, es reducir el consumo de agua utilizada para la fabricación del cemento en un 30%, con la intención de generar un impacto positivo en las fuentes de agua de las zonas del mundo donde existe una escasez de este recurso, e implementar el compromiso WASH en todos los centros. En concreto, en el área de “Agua y medio natural”, la estrategia de LafargeHolcim responde a 4 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.
La fabricación de cemento requiere una importante cantidad de agua, sobre todo para los procesos de refrigeración de las instalaciones y el acondicionamiento de los gases. Para esto, la principal fuente de aprovechamiento que se utiliza son las aguas subterráneas, y en menor medida, las residuales. Además, se consume agua procedente de redes municipales de abastecimiento para el uso de los trabajadores en oficinas y vestuarios.
La guía de LafargeHolcim no sólo contempla objetivos globales, sino que también ha desarrollado un exhaustivo plan a nivel local. Un ejemplo lo encontramos en la cantera que abastece a la fábrica situada en Sagunto, Valencia. Esta cantera está situada en una zona con poco agua. Para paliar esta situación, la empresa colocó una estación depuradora para el tratamiento de las aguas residuales generadas.
El beneficio que se obtiene a través de este método es doble, ya que, gracias a la estación depuradora se pueden llegar a reutilizar hasta 324 m3 de agua al año y esto no sólo permite reducir el consumo de agua de pozo en un 6%, sino que además, ayuda a minimizar la generación de polvo por el trasiego de los vehículos pesados necesarios en los trabajos de cantera.
Otro ejemplo relevante lo encontramos en la fábrica de Carboneras (Almería), situada en un clima desértico sin apenas precipitaciones, donde la gestión y optimización del uso del agua es una cuestión crucial. En este caso, la captación de agua se hace a través de una desaladora, máquina que reutiliza las aguas de proceso y que hace un seguimiento del consumo en continuo en cada punto de la planta.
En los próximos años se prevé que la demanda de agua y las poblaciones que viven en zonas con estrés hídrico aumenten sustancialmente. Debido a esto, la actividad industrial va a entrar en competición por este recurso escaso junto con otras actividades humanas como el abastecimiento de poblaciones y los usos agrarios. Por ello, es crucial que iniciativas como la expuesta se hagan realidad y sirvan como guía para que otras corporaciones y entidades públicas se sumen para conseguir así paliar las consecuencias sociales de una crisis hídrica.
Proyecto “Next Generation” reconocido en los LafargeHolcim Awards como solución a la acumulación de sedimentos en el Delta del Ebro (Tarragona)
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