Una de las premisas que ha permitido el desarrollo de los grandes movimientos artísticos (romanticismo, clasicismo, gótico…) a lo largo de la historia ha sido la imitación. Estos movimientos, aunque corresponden a una época histórica concreta, se han ido desarrollando nutriéndose unos de otros. Sin embargo, la llegada del postmodernismo en el siglo XX, supone un cambio de paradigma en el desarrollo artístico y comienza a emerger una nueva corriente artística: la mímesis.
Se trata de un concepto estético que hace referencia a la imitación de la naturaleza como fin esencial del arte. Su origen se remonta a las primeras civilizaciones, entendiéndose en la arquitectura como una representación simbólica de la naturaleza; una metáfora de la simetría, el orden y la perfección.
Actualmente son muchos los casos de arquitectura mimética que encontramos alrededor del mundo. En Nashville (Estados Unidos), poseen su propia réplica del Partenón ateniense. Las Vegas cuenta con una pequeña y variada representación de diversos monumentos
emblemáticos, como por ejemplo el Coliseo romano o la Torre Eiffel de Paris. Incluso en España tenemos una Estatua de la libertad en Cenicero (La Rioja). Pero nadie llega al nivel de China.
El país asiático está posicionado como el mayor productor de arquitectura mimética del mundo. Según varios historiadores, la razón de por qué encontramos en China tantas réplicas se remonta a los orígenes del país, cuando el primer emperador Qin Shi Huang construyó copias exactas de cada uno de los palacios de los reinos que iba conquistando para demostrar poderío y superioridad.
Se trata de un arte tan presente en su sociedad que incluso en el año 2001 el gobierno local de Shangái presentó un proyecto de expansión urbanística llamado One city, nine towns (Una ciudad, nueve pueblos). Esta iniciativa tenía el fin de construir alrededor de la ciudad hasta nueve suburbios, de los cuales cinco estaban dedicados a dar representación arquitectónica de distintas culturas europeas y americanas.
Pero como se ha mencionado anteriormente, esta tendencia no es exclusiva de China. La actividad cobró fuerza en la década de los 2000 y fue catalogada por muchos como “duplitectura”. Desde ese momento, este fenómeno se ha consagrado como una tendencia arquitectónica en auge. Encontramos en las barriadas de Tianjin un área que emula los rascacielos de Manhattan; en Hangzhou podemos caminar frente a una Torre Eiffel envuelta en un barrio de elegante estilo burgués parisino y en Huizhou se erige una réplica de una antigua villa austríaca. Pero el culmen reside en Suzhou, también conocida como "la Venecia de Oriente". Este lugar almacena una colección de obras arquitectónicas miméticas: desde un total de 56 puentes de estilo europeo, pasando por un suburbio holandés e incluso un distrito que recuerda al laberinto de canales venecianos.
Lo que más llama la atención de esta ciudad es el edificio del Gobierno local, ¡una réplica de la Casa Blanca de Wahington! Además, poseen una de las imitaciones más polémicas. Hablamos de la Tower Bridge de Londres, aunque esta réplica es el doble de grande, ya que cuenta con cuatro torres en lugar de dos.
A pesar del sentimiento negativo que despierta esta actividad para muchas personas, los ciudadanos chinos tienen otro concepto de la idea de mimetizar obras arquitectónicas. Para ellos se trata de un homenaje a las grandes obras de arte y una manera de demostrar las habilidades del artista. Y no hay que perder de vista esta idea, ya que de esa forma la arquitectura mimética ha conseguido convertirse en la actualidad en una forma de elevar la imitación a la innovación.
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