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Brutalismo, un movimiento arquitectónico “impactante”

La historia de la arquitectura, como todo movimiento artístico, cambia al son de los movimientos sociales, urbanísticos, filosóficos… Podría decirse que existe una concatenación de acontecimientos que dan como resultados movimientos tan característicos que acaban convirtiéndose en referente de épocas de la historia. Resulta habitual hablar del Naturalismo, Neoclasicismo, Historicismo o Brutalismo como movimientos muy reconocibles arquitectónica y artísticamente hablando, sin embargo, no podemos olvidar las corrientes sociales, políticas, económicas y filosóficas que los rodean.

Hoy queremos prestar especial atención a un movimiento que tiene tras de sí una gran carga política y social. Conocido como Funcionalismo o más comúnmente, como Brutalismo, hace referencia a una  corriente resultado del Movimiento Moderno. Nació entre los años 1950 y 1970 y está inspirado en los proyectos realizados por Le Corbusier y Ludwig Mies van der Rohe, quienes perseguían el funcionalismo y la supresión de convencionalismos. El Brutalismo llegó para revolucionar la arquitectura moderna en un momento de la historia en el que ésta se había estancado consecuencia de las dificultades que atravesaba el sector de la construcción tras la Segunda Guerra Mundial.

El carácter igualitario del movimiento, su desvinculación con los anteriores movimientos burgueses y el abaratamiento en los costes de construcción -debido a la ausencia de ornamentación- así como el uso de materiales como el hormigón hicieron del Brutalismo el estilo preferido de los líderes socialistas, quienes no dudaron en emplearlo para las soluciones habitacionales de sus ciudades.

El término se inspira del francés béton brut u hormigón crudo  usado por Le Corbusier para describir su selección en los materiales de construcción. Fue el crítico británico Reyner Banham el que adaptó y renombró el movimiento a su acepción actual, Brutalismo.

La esencia del Brutalismo

Pero, ¿Cómo se caracteriza este movimiento arquitectónico? Se caracteriza por presentar formas geométricas angulosas repetitivas, fachadas sin decoración, texturas rugosas encofradas de hormigón y dimensiones colosales. También por la honestidad constructiva, al hacer visibles al exterior instalaciones auxiliares como tuberías de agua, conductos de ventilación o escaleras, lo que causó gran sensación y revuelo en todo el mundo y cuya originalidad fue imitada por muchos. Aunque el hormigón es el material que comúnmente se asocia a los edificios brutalistas, no todos están construidos con él. En su lugar, pueden estar acabados con materiales que reflejen una estética de “bloque” o “mampostería” en bruto y que enmarquen la expresión de la estructura, la forma y los espacios servidores en el exterior.

Un ejemplo de la arquitectura brutalista es el edificio Hábitat 67, un conjunto de 354 viviendas prefabricadas encofradas de hormigón y dispuestas en diferentes combinaciones. Se encuentra ubicado en Montreal  (Canadá) y fue diseñado por el arquitecto israelí - canadiense Moshe Safdie.

"Habitat 67, Montreal, Quebec, Canada, North America"

Otro ejemplo lo encontramos en el Centro Pompidou, un espacio de investigación musical y acústica ubicado en París (Francia), con capacidad para 2.000 personas. Fue diseñado por los arquitectos Richard Rogers y Renzo Piano y a pesar de haber sido construido principalmente con cristal y metal, se considera brutalista, por tener las instalaciones de servicio a la vista del público.

Paris, France - August 30, 2015: At dusk, the lights illuminate the outside of the Centre Pompidou as the last visitors of the evening leave.

En España también podemos encontrar varias muestras de este particular estilo, un ejemplo es el edificio Torres Blancas ubicado en Madrid: una estructura de 81 metros de altura vestido de hormigón armado diseñado en 1961 por el arquitecto español Francisco Javier Sáenz de Oiza. La ciudad también recoge otros modelos ejemplares del Brutalismo como la Iglesia Nuestra Señora del Rosario de Filipinas ideada por el arquitecto Cecilio Sánchez-Robles Tarín en 1967, se trata de un conjunto edificatorio de iglesia, convento y oficinas resuelto a base de diferentes volúmenes que se corresponden con cada uno de sus usos, unificados todos con el uso del hormigón en bruto.

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